Descubre la Plăcintă: El irresistible pastel moldavo
Este pastel, con versiones dulces y saladas, no solo es delicioso, sino también un símbolo de generosidad y acogida.

La Plăcintă es mucho más que un pastel en Moldavia y Rumanía; es una tradición culinaria que reúne familias y expresa la hospitalidad característica de la región. Este pastel, con versiones dulces y saladas, no solo es delicioso, sino también un símbolo de generosidad y acogida. Especialmente en Moldavia, se ha convertido en un platillo significativo en tiempos recientes, ya que representa la calidez con la que este país ha recibido a refugiados ucranianos, ofreciéndoles una “probadita de hogar” en tiempos difíciles.
La Plăcintă tiene orígenes en el latín placenta, y ha sido una parte fundamental de la gastronomía del este de Europa desde hace siglos.
La plăcintă tiene un origen histórico que se remonta a la Antigua Roma, donde se desarrolló a partir del pastel conocido como placenta, elaborado con harina fina, queso, miel y hojas de laurel. Sin embargo, sus raíces son aún más antiguas, ya que civilizaciones como la egipcia y la griega ya preparaban pasteles con masas sencillas y rellenos que incluían ingredientes como miel, cebada o carne. A medida que el Imperio Romano se expandió, la receta de la placenta se difundió por Europa y fue adaptada en diversas culturas, dando lugar a las variantes locales que conocemos hoy en Rumania, Moldavia y el sur de Ucrania, donde sigue siendo un platillo popular y muy valorado.
En ambas culturas, este pastel se disfruta con rellenos como queso, manzana o calabaza. Sin embargo, cada país ha adaptado el platillo a sus propios gustos e ingredientes locales:
- En Rumanía, la Plăcintă se suele hornear y se disfruta con rellenos de queso fresco, manzana o calabaza, con una masa esponjosa y un ligero dorado.
- En Moldavia, además de estas versiones, se incluye un relleno salado de repollo o papas y, en algunas áreas, se prefiere freír el pastel en lugar de hornearlo, lo que le da una textura crujiente y sabrosa. También se presentan versiones en espiral, en las que la masa se enrolla junto con el relleno.
Receta de Plăcintă Moldava
Esta receta básica de Plăcintă con queso y eneldo refleja la simplicidad y calidez de este platillo, ideal para acompañar con té o compartir en una comida familiar.
Ingredientes
Para la masa:
- 1 taza de suero de leche (o 1 taza de leche con 1 cucharada de vinagre de vino blanco o jugo de limón)
- 1 taza de leche
- 2 huevos
- 3 cucharadas de aceite vegetal
- 1 cucharadita de polvo de hornear
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 1/2 cucharaditas de bicarbonato de sodio
- 4 tazas de harina, más extra para espolvorear
- Aceite de oliva o vegetal para freír
Para el relleno:
- 2 tazas de queso feta desmenuzado
- 2 tazas de queso ricotta o cottage
- 1 huevo
- 1 manojo pequeño de eneldo fresco
Instrucciones
- Preparar la masa: En un bol grande, mezclar la harina, el bicarbonato de sodio, el polvo de hornear y la sal. Agregar los huevos, el suero de leche, la leche y las 3 cucharadas de aceite, mezclando hasta obtener una masa homogénea.
- Preparar el relleno: Desmenuzar el queso feta en un bol aparte y mezclarlo con el queso ricotta y el huevo. Picar el eneldo y añadirlo a la mezcla de quesos.
- Dividir y extender la masa: Dividir la masa en 8 porciones. En una superficie enharinada, estirar cada porción en un círculo de aproximadamente 20 cm de diámetro.
- Añadir el relleno: Colocar de 3/4 a 1 taza de la mezcla de queso en el centro de cada círculo de masa, extendiéndola hasta 1/4 de pulgada del borde.
- Doblar y dar forma: Doblar los bordes de la masa sobre el relleno en 4 a 6 pliegues. Aplanar ligeramente el pastel relleno para formar un círculo de unos 15 cm.
- Freír la Plăcintă: Precalentar una sartén a fuego medio y cubrir con una fina capa de aceite. Freír cada pastel durante 2-3 minutos por cada lado, hasta que esté dorado y crujiente.
- Servir caliente: Disfrutar la Plăcintă caliente, idealmente en compañía de seres queridos.
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Este platillo sencillo y delicioso es un ejemplo perfecto de cómo la comida puede convertirse en un símbolo de hospitalidad y solidaridad. La Plăcintă, con su sabor casero y acogedor, refleja el espíritu de generosidad y la conexión con las raíces culturales de Moldavia y Rumanía.
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